"... La tarea de ser docente es placentera y a la vez exigente. Es una tarea que requiere, de quien se compromete con ella, un gusto especial por querer bien, no solo a los otros sino al propio proceso que ello implica. Es imposible enseñar sin ese coraje de querer bien, sin la valentía de los que insisten mil veces antes de desistir. Es imposible enseñar sin la capacidad forjada, inventada, bien cuidada de amar. Es preciso atreverse para decir, que estudiamos, aprendemos, enseñamos y conocemos con nuestro cuerpo entero.
Con los sentimientos, con las emociones, con los deseos, con los miedos, con las dudas, con la pasión..."
Paulo Freire. "Cartas a quien pretende enseñar".